En la década de los 90, apareció en el pelotón internacional este ciclista uzbeco de nombre impronunciable que esprintaba de una manera infernal. Aunque he de reconocer que soy más de etapas de montaña, me gustaba ver como Abdoujaparov movía su bici de un lado a otro como un metrónomo con cada pedalada. Consiguió victorias en las tres grandes, pero por lo que siempre le recordaré es por verle con el maillot verde en el Tour (1991, 1993 y 1994).
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